Apuntes para Juan Carlos Onetti


[Agenda / noviembre de 2011 / tinta negra]
Leer a Juan Carlos Onetti (Montevideo, 1909 – Madrid, 1994) es reconocer que la felicidad y la tristeza (o el triunfo y el fracaso) no son conceptos separados, sino fenómenos que pertenecen a lo mismo. No lo propone, no es una sugerencia, lo revela.

[Libreta / sin fecha / lápiz]
Es difícil explicarlo, pero Onetti puede encontrar una grieta en el muro perfecto, desolación en el momento de mayor plenitud, y lo hace sobre el río apacible. El lector se entrega a ese río casi sin darse cuenta. El lector se sentirá nostálgico, triste quizá, pero, sin darse cuenta, también sentirá un alivio, una especie de paz. 

[Libreta / tinta azul]
‘Dejemos hablar al viento’ [fragmentos]
«Un hombre con fe es más peligroso que una bestia con hambre. La fe los obliga a la acción, a la injusticia, al mal; es bueno escucharlos asintiendo, medir en silencio cauteloso y cortés la intensidad de sus lepras y darles siempre la razón».

«Sus cuadros son malos. A veces me gusta el color, pero usted nunca aprendió a dibujar de verdad. Sin embargo, no obstante, ¿por qué no manda al diablo esta mugre y vive de limosna y recorre la costa con un caballete y una caja de pomos?».

[Libreta / sin fecha / tinta azul]
Si Faulkner tiene a Yoknapatawpha, García Márquez a Macondo o Rulfo a Luvina, Onetti tiene a Santa María. Ciudad, mundo o universo, Santa María, que encontró su cumbre en ‘La vida breve’, será distinta para cada uno de los lectores. Mi Santa María es irrepetible y así será la cualquiera que se atreva a visitarla.

'La vida breve' vio la luz en 1950, once años después de su primera novela, ‘El pozo’, y treinta años antes de obtener el Premio Cervantes.

[Libreta / tinta azul]
‘Dejemos hablar al viento’ [fragmento]
«Es fácil dibujar un mapa del lugar y un plano de Santa María, además de darle nombre; pero hay que poner una luz especial en cada casa de negocio, en cada zaguán y en cada esquina. Hay que dar una forma a las nubes bajas que derivan sobre el campanario de la iglesia y las azoteas con balaustradas cremas y rosas; hay que repartir mobiliarios disgustantes, hay que aceptar lo que se odia, hay que acarrear gente, de no se sabe dónde, para que habiten, ensucien, conmuevan, sean felices y malgasten».

[Agenda / noviembre de 2011 / tinta negra]
Discurso aceptación del Premio Cervantes [fragmento]
«[…] llegué a España con la convicción de que lo había perdido todo, de que sólo había cosas que dejaba atrás y nada que me pudiera aguardar en el futuro. De hecho, ya no me interesaba mi vida como escritor. Sin embargo, aquí estoy, unos cuantos años después, sobrevivido».

[Libreta / sin fecha / tinta negra]
Onetti para entender los binomios Montevideo-Buenos Aires y Bueno Aires-Montevideo.

[Periódico La Jornada. Suplemento cultural]
En mayo de 2011, Matías Cravero escribió una anécdota que une, en un maravilloso encuentro, a Roberto Artl y a Onetti:

«En 1934, mientras vivía en Buenos Aires, su amigo Ítalo Constantini (Kostia) le propone ir a ver a Roberto Arlt, que por esa época trabajaba para el diario El Mundo, con la intención de mostrarle la novela inédita Tiempo de abrazar, que Onetti acaba de finalizar. Del encuentro, el mismo Onetti relató lo siguiente:

Me estuvo mirando, quieto, hasta colocarme en alguno de sus caprichosos casilleros personales. Comprendí que resultaría inútil, molesto, posiblemente ofensivo hablar de admiraciones y respetos a un hombre que siempre estaría en otra cosa [...] Arlt abrió el manuscrito con pereza y leyó fragmentos de páginas, salteando cinco, salteando diez. De esa manera la lectura fue muy rápida. Yo pensaba: demoré un año en escribirla. Sólo sentía asombro, la sensación absurda de que la escena hubiera sido planeada [...] Luego dejó el manuscrito y le preguntó a Kostia:

–Decime vos, ¿yo publiqué una novela este año?
–Ninguna. Anunciaste pero no pasó nada.

Arlt comenzó a hablar con cierto exhibicionismo de sus Aguafuertes, culpándolas de tenerlo demorado. Finalmente dijo:

–Entonces, si estás seguro de que no publiqué ningún libro este año, lo que acabo de leer es la mejor novela que se escribió en Buenos Aires este año».

[Libreta / lápiz]
El ensayo que escribió Vargas Llosa sobre Onetti, ‘El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti’, es un buen acercamiento. No sólo porque aterriza el modernismo que tanto reconocimiento le ha dado a Onetti, sino que, además, menciona que el mejor Onetti está en sus relatos. Conclusión con la que estoy de acuerdo. Llegué a Onetti gracias a sus narraciones cortas. Son perfectas. Como Poe y Maupassant, Onetti logra aislarnos: el lector pasará de la desolación a la derrota sin querer abandonar la tierra que le ha sido heredada. Amará con nostalgia, intentará sin ilusión... y querrá más.

[Correo electrónico a mi amigo Esteban Nava / junio de 2012]
«Por otro lado, lo de escribir en papel es bueno, ¿recuerdas cuando me preguntaste si escribía en la computadora o en papel? Al darte mi respuesta, me dijiste: "¡No! Si yo fuera escritor, escribiría en papel" Así que, si te sirve de algo, hace años que te hice caso y escribo más en papel y ya después sólo transcribo (tarea odiosa que a veces hace que me arrepienta y piense que debo regresar a escribir directamente aquí). También algo de culpa tienen Galeano y Onetti, pues el segundo le aconsejó al primero dejar la máquina de escribir para vivir el placer de escribir a mano; Galeano dice que le hizo caso y que hasta hoy lo sigue haciendo».

[Reverso de recibo / abril de 2012 / tinta azul]
Conferencia de Rodrigo Fresán en Casa América, Madrid
«Onetti dijo: “Los escritores se dividen en dos grandes categorías: los que quieren llegar a ser escritores y los que quieren escribir. A los primeros les aconsejaría que se apuren, porque un boom se caracteriza por su breve duración relativa. Los segundos no necesitan ningún consejo”».

[Hoja en blanco / enero de 2013 / tinta negra]
El soldado levanta el cuello de su chaqueta y mira al cielo. Los primeros avisos de la nieve caen sobre su rostro. El soldado toma su fusil y comienza el camino. Ahí está Onetti. Onetti es hacia lo que va el soldado, el momento en el que toma el fusil y siente frío. Onetti es la batalla que está por iniciar, pero no es sólo esa batalla, es el soldado que va a ella aun sabiendo que será derrotado.

Para leer a Onetti debemos convertirnos en el soldado que desea perder la batalla.



Madrid, a 10 de enero de 2013
Twitter: @candianic