Once miradas latinoamericanas sobre Juan Rulfo



Se cumplirán cien años del nacimiento de Juan Rulfo (16 de mayo de 1917). Muchos lo felicitan en Sayula. Otros han viajado a la imaginaria Comala y algunos lo encontramos en Ciudad de México, una tarde de vientos vivos y agitados. Pensar en el encuentro con Rulfo arroja un alivio: su obra corrió el riesgo de convertirse en un adorno de bibliotecas escolares. Los estudiantes de secundaria y de preparatoria lo tenían como una asignatura. «Tienen que leer ‘El Llano en llamas’. Espero un reporte para el próximo lunes», decían los profesores sin mirar a sus alumnos a los ojos. Pero el mundo de Rulfo es demasiado grande para las aulas. «Hay que quitarle la etiqueta de “clásico” a los clásicos», ha aconsejado Alberto Manguel. Así hay que leer a Rulfo. Quien no lo haya leído, cierre esta revista, apague su monitor, salga de esta ventana en su teléfono inteligente o en cualquier dispositivo sigloveintiunero que utilice. Vaya y lea a Rulfo, porque lo que aquí sigue es una compilación de frases, referencias y elogios sobre ‘Pedro Páramo’, ‘El Llano en llamas’ y un autor al que muy pocos entrevistadores lograron hacer hablar, al que muchas personas describen como tímido, pero siempre como genio, como luz de las letras en español. Me voy a contradecir para celebrar a Rulfo, sin ponerle la etiqueta de clásico, pero admirando esa obra que el juicio del tiempo ha puesto en lo más alto. Lo hago a través de once autores de distintos rincones de América Latina, que está en deuda con una obra traducida a más de cincuenta lenguas, lo que convierte a Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno en el autor mexicano más traducido.1


Gabriel García Márquez

«No me consideraba agotado; al contrario, sentía que aún me quedaban muchos libros pendientes pero no concebía un modo convincente y poético de escribirlos. En ésas estaba, cuando Álvaro Mutis subió a grandes zancadas los siete pisos de mi casa con un paquete de libros, separó del montón el más pequeño y corto, y me dijo muerto de risa: ''Lea esa vaina, carajo, para que aprenda''; era Pedro Páramo.

Aquella noche no pude dormir mientras no terminé la segunda lectura; nunca, desde la noche tremenda en que leí "La metamorfosis" de Kafka, en una lúgubre pensión de estudiantes de Bogotá, casi 10 años atrás, había sufrido una conmoción semejante. Al día siguiente leí ‘El llano en llamas’ y el asombro permaneció intacto».2


Jorge Luis Borges

«Emily Dickinson creía que publicar no es parte esencial del destino de un escritor. Juan Rulfo parece compartir ese parecer. Devoto de la lectura, de la soledad y de la escritura de manuscritos, que revisaba, corregía y destruía, no publicó su primer libro ‘El llano en llamas’ hasta casi cumplidos los cuarenta años. Un terco amigo, Efrén Hernández, le arrancó los originales y los llevó a la imprenta. Esta serie de diecinueve cuentos prefigura de algún modo la novela que lo ha hecho famoso en muchos países y en muchas lenguas. Desde el momento en que el narrador, que busca a Pedro Páramo, su padre, se cruza con un desconocido que le declara que son hermanos y que toda la gente del pueblo se llama Páramo, el lector ya sabe que ha entrado en un texto fantástico, cuyas indefinidas ramificaciones no le es dado prever, pero cuya gravitación ya lo atrapa».

«Pedro Páramo es una de las mejores novelas de las literaturas de lengua hispánica, y aun de la literatura».3

 
Mario Benedetti

«Entre los últimos escritores aparecidos en México, Juan Rulfo (nacido en 1918) ha buscado evidentemente otra salida para el criollismo. Su tratamiento del cuento en El llano en llamas (1953) y de la novela en Pedro Páramo (1955), lo colocan entre los más ambiciosos y equilibrados narradores de América Latina. Por de­bajo de sus modismos regionales, de la anécdota directa y penetrante, aparece el propósito, casi ob­sesión, de asentar el relato en una base minuciosamente construida y en la que poco o nada se deje al azar. Pedro Páramo testimonia ejemplarmente esa actitud».4


Carlos Fuentes

«Su arte es tal, que la trasposición no es tal: la imaginación mítica renace en el suelo mexicano y cobra, por fortuna, un vuelo sin prestigio. Pero ese joven Telémaco que inicia la contraodisea en busca de su padre perdido, ese arriero que lleva a Juan Preciado a la otra orilla, la muerta, de un río de polvo, esa voz de la madre y amante, Yocasta-Eurídice, que conduce al hijo amante, Edipo-Orfeo, por los caminos del infierno, esa pareja de hermanos edénicos y adánicos que duermen juntos en el lodo de la creación para iniciar otra vez la generación humana en el desierto de Comala, esas viejas virgilianas Eduviges, Damiana, la Cuarraca, fantasmas de fantasmas, fantasmas que contemplan sus propios fantasmas, esa Susana San Juan, Electra al revés, el propio Pedro Páramo, Ulises de piedra y barro... todo ese trasfondo mítico permite a Juan Rulfo proyectar la ambigüedad humana de un cacique, sus mujeres, sus pistoleros y sus víctimas y, a través de ellos, incorporar la temática del campo y la revolución mexicana a un contexto universal. Para luego considerar esto: la obra de Juan Rulfo no es sólo la máxima expresión que ha logrado hasta ahora la novela mexicana; a través de Pedro Páramo podemos encontrar el hilo que nos conduce a la nueva novela latinoamericana».5


Octavio Paz en palabras de Guillermo Sheridan

«Leo que en 1959 Paz pone a Rulfo como ejemplo de quienes lograron sacar a la narrativa del “realismo más o menos socialista” que predominó hasta 1950. En 1960 celebra ‘Pedro Páramo’ diciendo que su paisaje mexicano está la altura de los de D.H. Lawrence y Malcolm Lowry, y viendo en su trama una parábola del infierno (el paisaje y la historia) donde peregrina el alma en pena. En 1974 lo pone como ejemplo –entre otros-- de por qué “creo apasionadamente en la literatura moderna de nuestra lengua”. En 1961 reitera que ‘Pedro Páramo’ es una “de las mejores novelas de la nueva literatura mexicana”. Ese mismo año en Mallorca le corresponde presentar a los candidatos latinoamericanos ante el jurado internacional del Premio Formentor, y elige a Rulfo, Carpentier y Borges (que lo ganó al fin)».6


Juan José Arreola

«Lo más importante en mi vida con respecto a Juan fue hacerle decidir que publicara Pedro Páramo en su aspecto fragmentario, que ya no intentara hacer una unidad y una sucesión cronológica aristotélica. Eso es lo que yo me atribuyo: es lo que me corresponde, porque un sábado en la tarde lo hice decidir a Juan, y el domingo se terminó el asunto de acomodar las secciones de Pedro Páramo, y el lunes se fue a la imprenta en el Fondo de Cultura Económica. Los dos solos, en la calle de Nazas, a cuadra y media del Fondo. De sábado a lunes salió Pedro Páramo por fin, porque de otra manera no iba a salir nunca. Lo que yo me atribuyo, y es la historia verdadera, es que logré hacerle decidir a Juan que Pedro Páramo se publicara como era, fragmentariamente. Y sobre una mesa enorme los dos nos pusimos a acomodar los montones de cuartillas. Dios existe. Yo creo en Dios. Esa tarde existió. Y no tiene más mérito que el haberle dicho a un amigo: Mira, ya no aplaces. Es Pedro Páramo así».7


Mario Vargas Llosa

«Con sólo dos breves libros impecables, una colección de cuentos y una novela, Rulfo ejecuta el indigenismo verboso y exterior. Su prosa ceñida, que recrea sutilmente el habla popular de Jalisco, erige un pequeño universo sin tiempo, de violencia y poesía, de aventura y tragedia, de superstición y fantasmas, que es, al mismo tiempo que mito literario, una radiografía del alma mexicana».8


Carlos Monsiváis

«Desde el primer momento, no se escatima la admiración, y Rulfo es profeta en su tierra. Lo que ha variado es el modo interpretativo. Transcurrida la impresión “comprometida” (‘Es una viril denuncia de la situación campesina’) ocurrió el acuerdo mayoritario: la novela y los cuentos de Rulfo son signos de los tiempos nuevos: concluye la novela de la Revolución Mexicana, se extingue la novela rural. Ya lo urbano era lo imprescindible y, precisamente por su excelencia, Rulfo atestiguaba la disolución de la parte más fiel y recóndita del México tradicional. ¿Quién superaría esta profecía con efectos retroactivos, el relato de la agonía secular de pueblos y seres, del fin de los tiempos que cristalizaba en el polvo de las persecuciones? ¿Quién reconstruiría mejor este infierno al pie de la letra, sin necesidad de metáforas, en donde conviene pensar cosas agradables ‘porque vamos a estar mucho tiempo enterrados’?».9


Juan Villoro

«En la novela Pedro Páramo, Juan Rulfo remata con broche de oro la tradición de la novela rural en México y al mismo tiempo crea una novela de extraordinaria modernidad con juegos estructurales sorprendentes y construye el arquetipo del cacique en México. [Pedro Páramo] es la principal novela mexicana del siglo veinte».10


Elena Poniatowska

Para sacarle provecho a Rulfo hay que escarbar mucho, como para buscar la raíz del chinchayote. Rulfo no crece arriba sino hacia adentro. Más que hablar, rumia su incesante monólogo en voz baja, masticando bien las palabras para impedir que salgan. Sin embargo, a veces salen. Y entonces, Rulfo revive entre nosotros el procedimiento de ponerse a decir ingenuamente atrocidades, como un niño que repitiera las historias de una nodriza malvada. [El llano en llamas y Pedro Páramo] esas trescientas veinticinco páginas rayaron de una vez por todas las literatura mexicana.11


Pablo Neruda

Aquí, sobre
estas olas
está el recuerdo
de tantas
lágrimas
que han
navegado
a través de
días y años
en la soledad
de una  luna
olvidada.

Para ti querido
Juan nace
este canto
perdido a
orillas del
mar.

Pablo Neruda
Para Juan Rulfo
querido amigo
de paso por Isla Negra
1969.



Referencias:

1. Secretaría de Cultura http://bit.ly/1WB3vwg 
2.Texto leído por Gabriel García Márquez el jueves 18 de septiembre de 2003, fecha en que se cumplió el cincuentenario de la primera edición de El Llano en llamas, en el programa radiofónico De 1 a 3.
3. Prólogos con un prólogo de prólogos / Jorge Luis Borges. - Madrid: Alianza, 1998.
4. Reseña sobre la publicación de Pedro Páramo en 1955.
5. Carlos Fuentes, La nueva novela hispanoamericana; México, Cuadernos de Joaquín Mortiz, 1969.
6. Letras Libres http://bit.ly/1TWs1DX
7. Arreola ante el recuerdo de Juan, de Sergio López Mena http://bit.ly/1YwWGJj
8. La Nación http://bit.ly/1OSfh1A
9. Pedro Páramo: elogios y diatribas http://bit.ly/1XgMC8J
10. Jóvenes lectores SEP http://bit.ly/1TFtrQL
11. ‘La ficción de la memoria: Juan Rulfo ante la crítica’, por Federico Campbell.